El itinerario para visitar la Villa

Bajo un tupido bosque de árboles gigantescos y oscuros, cerca de los sombríos macizos vestigios de construcciones antiguas, al borde de vertiginosos abismos, dentro de duras rocas y abruptos despeñaderos, en medio de verdes y pequeños claros gloriosamente iluminados por el sol, se desenvuelven, serpentean, se insinúan y avanzan pequeños paseos de arrayanes, senderos rupestres, callecitas escarpadas, gradas corroidas, pequeñas galerías, que conducen al visitante hacia el descubrimiento de las más insospechadas y variadas visiones.


Ingrandisce foto La gran cascada

Si se gira a la derecha, inmediatamente después de entrar, siguiendo las indicaciones, se llega a las bocas de las galenas subterráneas, desde donde el río Aniene se precipita formando la Gran Cascada que puede admirarse desde el Belvedere de la Gran Cascada.
Cuando la cantidad de agua es suficiente, la cascada es imponente y cautivante, encontrándose entre las más interesantes del mundo por el soberbio cuadro ofrecido por el conjunto de las bellezas naturales que la enmarcan.

Algunas decenas de metros más abajo, recorriendo un difícil sendero, se llega a la denominada Herradura, constituida por una pequeña terraza que se asoma pavorosamente sobre la gran cascada. Desde ella se puede admirar la turbulenta masa de agua que parece caer sobre la cabeza del que está mirando, entre un ruido ensordecedor, y la profundidad que alcanzan las ondas hacia abajo, a través de un velo de blanco vapor.


Ingrandisce foto Canale Miollis

Volviendo hacia atrás, y bajando hacia la parte central de la Villa, se encuentra el canal de la Stipa o emisario Bernini (porque fue restaurado en 1669 por el gran arquitecto) utilizado en el pasado, durante las inundaciones, como uno de los brazos de desahogo del Aniene.
A continuación encontramos la Gruta, de Neptuno y la Gruta de las Sirenas abiertas durante muchos siglos por las aguas del Aniene, que con la violencia y la fuerza erosionaron lentamente las rocas. Después de la Gruta de Neptuno, en parte derrumbada por una impresionante crecida de 1836, se abre la Gruta de las Sirenas, rica de estalactitas, en la cual el agua se arremolina en innumerables cascadas.

Volviendo a subir por el lado opuesto se halia la galena Miollis, pequeño túnel con ventanas, excavado en los sedimentos por el general francés Miollis, gobernador de Roma, en 1809. Antes de abandonar la Villa es necesario señalar que a la entrada de las galenas subterráneas (fuera, por lo tanto, de la Villa), en el momento de su excavación (1832-1835), fueron encontrados un pequeño sepulcro de la época imperial con varios monumentos y lápidas, los restos del antiguo Puente Valerio y las ruinas del acueducto que llevaba las aguas del Aniene a la Villa de Manlio Vopisco, cónsul romano en el año 114 d.C.

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