La cueva es decorada con mosaicos y estucos por Curcio Maccarone y los boloñeses Lola y Pablo Calandrino además de decoraciones con esmalte y conchas.
Aquí, en los bóulos debajo las cariátides, a la izquierda, hay una inscripción con los nombres de los artistas.
El suelo estaba hecho con baldosas vidriadas, coloreadas y diseñadas con los más variados motivos, desde el pequeño monje arrodillado hasta el pelicano, o el perfil etrusco y la pequeña casa de campo pasando por las ocas y los peces.
A su alrededor se pueden ver también toscamente escritos algunos de los nombres de los humildes artistas que allí trabajaron y que tal vez fueron apreciados:
Portia, Nabuli, Amore, Cremona, Lauren-tina. Roma, Cornelia y algunas que otras fechas.
Toda la decoración es muy rica, debiendo ser en su origen realmente suntuosa.
Esculturas de grandísimo valor que adornaban la gruta, se encuentran actualmente en su mayor parte en el Museo Capitolino.
Recordamos, entre otras, dos estatuas de Amazonas, Minerva y sobre todo de Diana Cazadora con su arco, a quien fue dedicada la gruta.
Además de las rituales Cariátides, y de las no menos rituales ramas de membrillo, de estuco, sobre las paredes están representadas algunas escenas mitológicas.
La fuente de Diana era una deliciosa maravilla en relieve, realzada por el oro, por los colores más resplandecientes y por las piedras preciosas engarzadas en los ojos de las Musas sobre las paredes.
Si bien parte de esta vivacidad cromática se perdió, esta fuente sigue siendo la más elaborada de Villa d'Este.
Aquí desde siempre los tiburtinos veneran a "su" Virgen, la Virgen de Quintiliolo.
El parque, a los pies de la acrópolis, fue construido en el 1834...
Situado acerca del supuesto Templo de la Sibila Albunea...
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