En el extremo izquierdo del paseo donde está situada la Fuente de los Dragones, se encuentra la Fuente de la Lechuza.
Fue concebida por el borgoñon Giovanni del Lúea, y ejecutada por Rafael Sangalo de Florencia.
Se llamaba Fuente de la Lechuza o "de los Pájaros" y constituyó una famosa atracción porque, a través de complicados mecanismos y diferentes caídas de chorros de agua, aparecían de repente sobre las ramas de bronce que se cruzaban en los nichos de la fuente, bandadas de pájaros metálicos que emitían de la garganta sonora mil modulaciones de flautas y ocarinas; pero tan repentinamente como los pájaros, por un mecanismo distinto, aparecía una lechuza emitiendo su estrepitoso y desagradable grito.
Los otros pájaros, al principio callaban atemorizados, pero después desaparecían todos juntos para esconderse. Las apariciones de los pájaros y de la lechuza eran regulables a mano y también automáticamente.
De esta maravilla hoy no existe más que el recuerdo, vividamente transmitido por los escritores de la época, entusiasmados por aquel sorprendente juguete hidráulico. Sin embargo, las recientes restauraciones, llevadas a cabo a pesar de las numerosas dificultades de orden técnico, han salvado a la Fuente de la inminente amenaza de ruina completa.
Además ha sido rescatada su primitiva vivacidad cromática, particularmente agradable en las columnas blancas envueltas por una espiral de sarmientos floridos, que enmarcan el nicho.
Sobre la cúpula de la elegante construcción se eleva el águila de la Casa d'Este, en cuyos lados están colocados dos lirios de Francia. En el entorno se halla un recinto con numerosos nichos, por encima del cual se repiten las águilas y los lirios, motivos predominantes en la decoración de la Villa.
Aquí desde siempre los tiburtinos veneran a "su" Virgen, la Virgen de Quintiliolo.
El parque, a los pies de la acrópolis, fue construido en el 1834...
Situado acerca del supuesto Templo de la Sibila Albunea...
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