La Villa después de Adriano

Después de la muerte de Adriano, ocurrida en el 130, los Antoninos, inmediatos sucesores de Adriano, continuaron frecuentando la Villa como residencia veraniega; pero luego ésta fue olvidada poco a poco. Diocleciano la restauró a finales del siglo III pero, según varias fuentes, pocas décadas más tarde fue expolida por Costantino que llevó de la misma un gran número de obras de arte para adornar Constantinopla, la nueva capital de Oriente. Con el tiempo siguió el destino de todos los grandes monumentos romanos: el abandono, la devastación de los siglos oscuros (en el Siglo VI, durante las terribles guerras godas, en estos lugares acamparon alternativamente los ejércitos godos y bizantinos). Las ruinas fueron revestidas por la tierra sobre que crecieron los aceitunos, hoy centenarios, que otorgan al entorno una nueva sugestión. Después de novecientos años de olvido el sitio fue identificado de nuevo como la residencia del emperador Adriano al final del siglo XV, bajo Alessandro V cuando empezaron los campos de excavación.


Ingrandisce foto Capitel corintio de la Villa

Además de la destrucción, la Villa sufrió los despojos durante las primeras excavaciones arqueológicas del siglo XVI. Durante estas excavaciones y las siguientes se han recuperado verdaderas obras de arte (más de trescientas) que han llenado museos y colecciones de todo el mundo; poca cosa, sin embargo, con respecto a la gran cantidad de estatuas y obras de arte que Adriano esparció en los numerosos ambientes de la Villa. Vale la pena recordar algunas de estas espléndidas obras.

Comenzamos con las copias romanas de originales griegos, que recordamos más o menos por orden cronológico: entre las esculturas del siglo V a.C. el célebre Discóbolo de Mirón de los Museos Vaticanos y los Tiranos del Museo Nacional de Nápoles; del siglo IV a.C. tres Sátiros descansando de Praxiteles, de los cuales uno en los Museos Capitolinos de Roma. Entre las esculturas helenísticas del III al I siglo a.C. no se puede olvidar la Niobe en los Museos Vaticanos, la Venus acurrucada de Doidalsas en el Museo Nacional Romano, dos Centauros y el Fauno de rojo antiguo en los Museos Capitolinos, y otro Fauno en los Museos Vaticanos. También en los museos Vaticanos varias esculturas originales romanas, como las Caretas gigantes y el Océano, dos Telamones, el colosal Antinoo representado como Baco. Atención especial merecen el nutrido grupo de esculturas de estilo egipcio, subdividido entre los Museos Vaticanos y los Museos Capitolinos. Entre los espléndidos mosaicos, hay algunos inolvidables como el Mosaico de las Palomas de los Museos Capitolinos y la nutrida serie que se encuentra en los Museos Vaticanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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