Saliendo por el lado corto occidental del Patio de la Biblioteca bajamos al ambiente más singular de Villa Adriana, el más célebre junto con el Canopo. También aquí el agua tiene un papel principal: un canal en forma de anillo encierra un espacio circular, una verdadera isleta, recubierta por una serie de ambientes de diseño movido y variado, colocados alrededor de un patio con arcadas con fuente, y de lados convexos. Alrededor del canal se desarrolla un corredor con pórticos anular, delimitado por un muro cilíndrico en el cual se suceden cuarenta columnas jónicas.
Desde aquí se podía pasar a la isla a través de dos puentes levadizos de madera, que se podían maniobrar solamente desde el interior (sucesivamente sustituidos por el actual puente en albañilería), movidos por ruedas metálicas de las que se reconocen en el fondo del canal los surcos de guía.
La pequeña villa fue dotada de una instalación termal con frigidarium y tina natatoria y una gran tina por los baños de calor calentados por los hornos. El juguete arquitectónico se inspiraba en las villas de recreo hechas a base de pórticos.
La original contextura de esta creación escenográfica, que todavía se entrecruza con un evidente rigor estructural, ha desencadenado la fantasía de los eruditos, ya que falta una indicación explícita de parte del ilustre ideador de tan insólita construcción. Sin embargo se le ha relevado una vaga afinidad con las monumentales jaulas para pájaros descritas por Varron en su tratado "De re rustica" (Sobre la agricultura). Eliminada la tradicional denominación de Teatro marítimo, se empieza por una atribución del tipo de "agradable retiro", la más difundida, hasta llegar a interpretaciones decididamente originales, como la identifícación con un oratorio destinado a hospedar al emperador divinizado en un "teatro cósmico" con un techo semejante a un planetario, cuyas dimensiones complexivas, incluyendo el canal y el corredor exterior, coinciden singularmente con el diámetro del Panteón (44 metros), reconstruido por el mismo Adriano. La tesis más acreditada es que la villa era un palacio de fantasía, en miniatura, como lugar de aislamiento y retiro al que no faltaba una biblioteca.
Aquí desde siempre los tiburtinos veneran a "su" Virgen, la Virgen de Quintiliolo.
El parque, a los pies de la acrópolis, fue construido en el 1834...
Situado acerca del supuesto Templo de la Sibila Albunea...
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