El edificio es una estructura de enlace entre las varias zonas del Palacio Imperial.
Una atenta restauración ha restituido a su elegante solemnidad un rincón de la Sala de los pilares dóricos, que destaca sobre el general triunfo de las líneas curvas, típicas de la Villa, con su nítido aspecto linea.
El toque personal de Adriano también se reconoce aquí, en la bóveda de cañón que corre entre los pilares y el muro perimetral, así como en la extraordinaria altura de los pilares, que representa una innovación radical en el carácter del orden dórico.
La sala, de tipo basilical, sin duda estaba destinada a la administración de la justicia. Ya se sabe que ello no fue la sala del trono de Adriano.
Aquí desde siempre los tiburtinos veneran a "su" Virgen, la Virgen de Quintiliolo.
El parque, a los pies de la acrópolis, fue construido en el 1834...
Situado acerca del supuesto Templo de la Sibila Albunea...
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