Los Templos de la Acropólis

Los templos de la acrópolis estan situados sobre una roca de dónde se puede apreciar un fantástico panorama hacia el Puente Gregoriano sobre el río Aniene y, abajo, hacia la Villa Gregoriana dónde el río forma grutas maravillosas. Los dos templos se han convertido en el símbolo de la ciudad y en el templo de la Sibila se desarrollan representaciones teatrales. La acrópolis corresponde actualmente a la zona nota con el nombre de Castrovetere o Albula porqué, según la leyenda, aquí la Sibila Albunea predijo el nacimiento de Jesús al emperador Augusto.


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Esta zona está completamente separada de la ciudad de un foso artificial, superado por el puente de San Martino, conocido también con el nombre de Castelvecchio. Este puente, en origen de madera, fue restaurado en el 1637 con la contribución de los ciudadanos y sobre este se averiguaron muchas batallas entre las familias Teobaldi, Coccanari, Marescotti y otras. El lado oriental domina el desplomo en que se arroja el río Aniene, creándo las espléndidas y famosas cascadas de Tivoli.

En la roca hay un importante grupo de monumentos, el templo "rectangular" y el templo "redondo". Gracias a algunos tiestos antiguos, sobre todo Orazio y Varrone, podemos identificarlos. Los autores recuerdan en efecto dos templos correspondientes a estos por la posición: el templo rectangular del mítico fundador de la ciudad, Tiburnus, o por otros de Albunea, la Sibila situada en el bosque sagrado cerca de las cascadas del Aniene y aquel redondo comúnmente conocido como de Vesta. En el templo de la Sibila eran conservados la estatua de culto, aparecida milagrosamente por las aguas del río Aniene, y el libro de las profecías que ella apretava en la mano. Los dos templos fueron transformados en iglesias en el curso de la Edad Media: el primero en la Iglesia de S.Giorgio (como nos testimonian los documentos desde el año 978) mientras el segundo en la de S.Maria Rotunda. Este empleo permitió a los dos templos de no ser saqueados completamente de los mármoles y de la piedra perfilada que los revistían como ocurrió en cambio a muchos otros monumentos. En efecto los antiguos edificios romanos por mucho tiempo fueron canteras de donde se tomaban columnas, frisos, mármoles, ladrillos (por ejemplo una "cantera" fue Villa Adriana) para ser englobados de varios modos y de manera todavía visible (lo que se vee en seguida por el casco medieval de la ciudad) en las nuevas casas en construcción. Actualmente los dos templos, lo rectangular y lo redondo, están situados dentro de la terraza del restaurante "Sibila", pero pueden ser visitados por los turistas. Todavía desde abajo de los abismos de Villa Gregoriana se puede admirar la valiente ubicación de los dos templos puestos a la pestaña de los barrancos creados por la cascada del Aniene: un desafío de las capacidades del hombre a edificar en sitios donde la naturaleza pone límites. En efecto para poder edificar los dos templos se tuvo que construír a crear murallones para formar una plataforma artificial sobre que levantar los dos templos, cerca de la gruta de Albunea de que Orazio habla y del bosque sagrado del fundador de la antigua Tibur: Tiburno.

 

 

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